Movilidad a Amberes 22 a 28 de marzo de 2025
Para crear momentos verdaderamente memorables solo se necesitan tres ingredientes: la posibilidad de volar lejos, una dosis de ilusión y un equipo humano excepcional.
Así comienza nuestra experiencia Erasmus en Amberes. Desde los primeros compases de la organización —con un equipo directivo comprometido y entusiasta que no tarda en ponerse manos a la obra— hasta la conclusión del viaje, cada etapa se convierte en una oportunidad única de crecimiento, tanto personal como profesional, para alumnado y profesorado.
Esta aventura se traduce en una experiencia vital: descubrir un país desconocido, abrir mente y corazón a realidades culturales distintas y construir, paso a paso, una pequeña familia con quienes comparten el viaje. ¿No es eso, en esencia, lo que da sentido a la educación?
Se trata de un viaje académico, sí, pero también profundamente humano. Unas veinte horas de clases en un centro de educación para adultos se expanden mucho más allá de las paredes del aula. Pronto nuestros estudiantes estrechan lazos con sus anfitriones belgas, organizan salidas conjuntas y comparten vivencias que consolidan su aprendizaje. Porque aprender no consiste únicamente en permanecer sentado frente a una pizarra: aprender es vivir, experimentar, emocionarse.
¿Es posible combinar enseñanzas de idiomas con formación profesional? La respuesta es un rotundo sí. Viajar nos abre horizontes, nos invita a relacionarnos, a enseñar y a dejarnos enseñar, a enriquecernos con cada intercambio y a aportar también nuestra propia riqueza cultural. Y, sobre todo, nos recuerda que la actitud más valiosa es la de mantenerse siempre receptivo ante las oportunidades.
El alumnado de la Escuela Oficial de Idiomas de Alcalá de Henares llevó consigo una muestra de nuestra esencia: alegría, cercanía y mucho sentido del humor. Hablaron de Alcalá, de sus calles llenas de historia, de nuestras costumbres y sabores... pero, al mismo tiempo, se dejaron impregnar por todo lo que sus nuevos compañeros belgas quisieron compartir con ellos. Incluso se atrevieron con una clase de iniciación al neerlandés, como símbolo de respeto y apertura a lo diferente.
¿Existe mayor motivación que sentirse parte de un grupo que nunca deja de aprender ni de enseñar, que contagia entusiasmo y curiosidad allá donde va?
Y como no hay aprendizaje sin vivencia, también exploramos el país: trenes, rutas, visitas culturales, una vuelta ciclista improvisada, y por supuesto, la gastronomía belga en todo su esplendor. De Bruselas a Gante, de Brujas a Amberes, cada rincón nos dejó una huella imborrable.
Qué transformadora puede ser la experiencia cuando se vive intensamente, cuando cada paso es una lección y cada encuentro, una oportunidad de crecer.