Recordar mi estancia en Stuttgart participando en el Proyecto Erasmus el pasado mes de mayo trae a mi mente un sinfín de imágenes, vivencias y experiencias memorables, difíciles de resumir. Desde el momento en que me confirmaron mi participación en el viaje, una oleada de sensaciones, emociones e ilusiones fueron formando un puzzle que se fue completando con los acontecimientos vividos durante la experiencia de este maravilloso viaje.
Lo principal, fue el programa tan completo de actividades programadas que realizamos tanto en el ámbito curricular
en el centro anfitrión, el Volkschochschule (VHS) como a nivel de excursiones y visitas, todas ellas de gran interés.
Tras el encuentro inicial con el grupo, empezó nuestra aventura:
La explicación de la organización de las clases y el recorrido que hicimos el primer día con la coordinadora de la VHS,
la encantadora Andrea, por las zonas más representativas de Stuttgart nos permitió ubicarnos en la ciudad con el fin
de posteriormente poder movernos libremente y conocerla a “nuestro aire”.
Dentro del grupo, nos fuimos combinando para realizar actividades según el horario que teníamos libre después o
antes de las clases, ya que al existir tanta diversidad de idiomas y niveles entre nosotros, era difícil coincidir todos al
mismo tiempo para realizar las visitas y recorridos que fueron surgiendo. Por ejemplo, mi compañera Laura y yo
callejeamos todos los lugares típicos de la ciudad, visitamos cuantas iglesias de todo tipo nos íbamos encontrando al
paso, así como tiendas vintage, mercadillos de frutas flores y alimentos y nos deleitamos con las especialidades
culinarias de Stuttgart (léase comida healthy y menos healthy).
En cuanto a las clases he de decir que fueron variadas tanto en idiomas como niveles y medios de aprendizaje
empleados. En mi caso, clases presenciales en inglés (B2/C1) compartidas con María y Conchi, también clases de
inglés online con un grupo de alemanes que estaban muy integrados entre ellos ya que llevaban con la misma
profesora y grupo dos años. Además, al igual que otros compañeros pudimos participar de alguna clase extra que fue
surgiendo y a las que los profesores del centro nos permitieron asistir, previo permiso del resto de los alumnos.
Lo que más me sorprendió, fueron las clases de iniciación al alemán a las que asistimos Maite, Laura y yo, dada la
gran pluralidad multicultural del alumnado. Personas adultas de origen sirio, afgano e iraní que nos acogieron con los
brazos abiertos a pesar de la dificultad del lenguaje. Aclaro, ellos no sabían español y nosotras tampoco alemán.
Gracias al inglés y la mediación de los profesores salvamos los obstáculos. Los recuerdo muy gratamente, como
personas encantadoras.
Mención aparte merecen las clases de español compartidas con Zaki y Maite, incluidos la elaboración en la propia clase de salmorejo y gazpacho. Todo un éxito entre los asistentes. En este caso, también había personas con distintos intereses y un fin común, aprender español. En unos casos para poder entenderse durante sus vacaciones en Canarias, otros dos estudiantes, uno alemán y otro chino por el propio interés en el idioma y una última alumna, para poder entenderse con la familia de su novio que vive en Salamanca. Todos nos invitaron a una segunda visita con elaboración de “tapas”, una receta muy sorprendente para ellos y que algunos conocían muy bien. Fueron unas clases altamente interactivas y divertidas.
La profesora Amaya Matas nos agradeció el toque español de nuestra clase. Y qué decir de las visita a la fábrica de Mercedes, un auténtico paraíso para los amantes de los coches y también de para quienes no lo somos. Cuánta belleza y diseño expuestos a lo largo de su historia. Inolvidable la visita al pintoresco pueblo de Tubingen, pura delicia el contemplar su maravillosa arquitectura que sobrevivió a los ataques durante la 2ª guerra mundial Y por último, pero no por ello menos importante, Frankfurt, ciudad cosmopolita donde las haya ofrece innumerables atractivos. Merece la pena visitarla, sin ninguna duda.
En definitiva, una experiencia memorable e inmejorable. Muchas gracias al grupo y a Gustavo, el profesor y guía que solventó con rapidez y eficacia los pequeños incidentes que fueron surgiendo durante la estancia y que en todo momento nos animó a comunicarnos e interactuar con la gente del lugar. Gracias por haberme permitido participar de esta inigualable experiencia, y a todos los posibles aspirantes, os animo a formar parte de este increíble proyecto.
Leonor, alumna de inglés