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lunes, 1 de septiembre de 2025

Una semana en Dublín aprendiendo (y viviendo) con la IA

 Hace poco viví una experiencia increíble en Dublín. Fui a hacer un curso sobre “Integrating AI in the Classroom with Critical Thinking” y todavía sigo procesando todo lo que aprendí y lo bien que lo pasé. El primer día fue sobre todo de presentaciones: conocimos la escuela, el curso y dimos una primera vuelta por la ciudad. Estaba un poco nervioso, pero también con muchas ganas de empezar. Lo mejor fue ver que, aunque veníamos de países muy distintos, todos compartíamos la misma curiosidad y las ganas de entender cómo la inteligencia artificial puede ayudarnos en clase.

Con nuestro instructor, Tomasz, un profesor increíble.

El segundo día nos metimos de lleno en el tema. Empezamos a hablar de qué es realmente la IA y qué significa para la educación. Fue la primera vez que probé aplicaciones de forma más sistemática, como ChatGPT o procesadores de audio, y me sorprendió lo rápido que se pueden aplicar en contextos educativos. El tercer día me hizo pensar mucho porque tratamos el tema de la ética. Me gustó que no se tratara solo de aprender herramientas, sino también de reflexionar sobre cómo usarlas de forma responsable. Después de la parte teórica vinieron talleres muy prácticos, y me di cuenta de que la IA ya no es un futuro lejano, sino una herramienta que ya tenemos en las manos.

El cuarto día fue mi favorito. Pasamos de ser usuarios a creadores. Aprendimos a programar pequeñas webs y aplicaciones educativas con ayuda de ChatGPT y Gemini, y yo mismo acabé creando dos proyectos: una aplicación para dar feedback en producciones escritas y orales, y un quiz sobre Irlanda al estilo del programa Who Wants to Be a Millionaire. Nunca pensé que en tan poco tiempo acabaría programando algo que pudiera usar en clase, y la verdad es que me sentí orgulloso de lo que conseguí.

El último día de curso fue una mezcla de emociones. Hicimos balance de todo lo que habíamos aprendido, hablamos de cómo la IA puede transformar la educación y compartimos nuestras ideas para aplicarlo en nuestras escuelas. Fue bonito escuchar a los demás y darme cuenta de que todos nos llevábamos algo distinto y valioso.

Y, por supuesto, no todo fue estudio. Hubo momentos culturales que hicieron que la experiencia fuera aún más especial. Participamos en una feria gastronómica europea en la que cada uno compartió comida de su país, aprendí a bailar danza irlandesa (aunque no se me dio demasiado bien) y nos fuimos de excursión a sitios impresionantes como Glendalough y los jardines de Powerscourt. Irlanda me conquistó con su naturaleza, su historia y su ambiente tan acogedor.

Volví de Dublín con la sensación de haber vivido algo único. No solo aprendí nuevas herramientas que ya estoy empezando a aplicar en mis clases, también me traje inspiración, ideas y la certeza de que la IA puede ser una aliada poderosa en educación. Y, más allá de lo académico, me quedo con la experiencia de convivir con gente tan diferente, de compartir risas, aprendizajes y momentos que seguro recordaré durante mucho tiempo.


España, Malta y Grecia en una misma foto.

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