Acabo de volver de una semana en Kilkenny (Irlanda), donde he hecho un job shadowing en el
Instituto católico CBS en calidad de profesora de la EOI de Alcalá de Henares.
Mi mentora ha sido la profesora Nicola Byrne, jefa del departamento de español, que estaba constituido por ella y por el docente Tom Hogan, ambos profesionales muy competentes y sobre todo, entusiastas del idioma y de las lenguas extranjeras. Cuál ha sido mi sorpresa que allí muchos docentes hablaban español, bien porque habían estado viviendo en España, dando clases en campamentos de verano o en academias, o bien porque les encanta el idioma y lo están estudiando por su cuenta. Desde luego el español es un valor añadido y un idioma al alza, cuyo conocimiento se está difundiendo a marchas forzadas en todo el mundo.
Los alumnos de CBS son todos chicos, unos 850 en total, y estudian español desde los 12 a los 16 años. Pueden elegir entre asignaturas tan distintas como idiomas, tecnología, metales, madera, valores, etc. Estudian una o más lenguas extranjeras entre español, alemán y francés más el irlandés, que es obligatorio.
Lo que me llamó más la atención es el espíritu deportivo de esos chavales, que juegan al hurling, el deporte nacional de Kilkenny, incluso en el recreo y llevan las palas a todas partes, en la mochila o en la mano.
Quizás sea por eso que tienen hambre y sed a todas horas y no os debe extrañar que saquen la tartera a las 10 de la mañana para zamparse unos macarrones con tomate.
También tengo que reconocer que la escuela favorece las acciones de apoyo y refuerzo para los alumnos que lo necesitan: la docente Nicola Byrne da clases de mejora de las habilidades lectoras a tres alumnos con dificultades y el profesor Tom Hogan durante su pausa da voluntariamente clases de español a un chaval que tiene que presentarse al examen final. Para otras asignaturas también hay profesores de refuerzo que atienden a los alumnos con dificultades durante sus clases e incluso hay una docente que supervisa algunos grupos ruidosos para ayudar a mantener la disciplina.
En general, los alumnos son respetuosos y buenos estudiantes, pero todavía les queda por entender que un idioma extranjero es para toda la vida y abre puertas tanto personal como profesionalmente.
Mi estancia ha durado solo 5 días, del lunes 15 al viernes 19 de mayo. He asistido a clases de lenguas extranjeras, principalmente, pero también de valores cívicos (CSPE) y de ayuda a la lectura.
Las clases de idiomas que observé fueron las de alemán con Christine, inglés con David y John, francés con Fiona e irlandés con Amanda. Era la primera vez que escuchaba hablar en irlandés, y a mis oídos me parecía una mezcla entre el inglés y el alemán, pero los profesores me dijeron que no tiene nada que ver con ambos idiomas. El irlandés se habla principalmente en la zonas rurales de Connemara y Donegal, pero desafortunadamente, aunque se enseñe en los colegios y sea una asignatura obligatoria, en las ciudades se está perdiendo su uso. En todas partes, sin embargo, hay letreros en los dos idiomas. La escuela CBS es una escuela católica, en la que todos cursan la asignatura de religión y dentro del edificio principal hay una capilla donde ofician alguna misa en las ocasiones importantes. Desde la sala de profesores las vista son espectaculares: se ve la cercana iglesia de Saint Mary con su imponente torre.
En las clases de español hemos aprovechado de mi presencia y he presentado mi EOI y me he presentado yo con una actividad en la que escribía en la pizarra 5 números relacionados con mi personas y ellos tenían que adivinar a qué datos se referían. Mi talla de zapatos sirvió para que repasaran las medidas en centímetros (ya que allí miden en inches). También he aprovechado para explicar que Alcalá de Henares es patrimonio de la Humanidad por la Unesco y que en sus torres anidan cigüeñas. Para sacar el nombre del pájaro alcalaíno hemos hecho el juego del ahorcado y repasado la pronunciación de las sílabas "güe" y "gue". Finalmente, hicimos un Kahoot sobre fútbol español, que había preparado previamente y que ha gustado mucho a todos los alumnos que han aprendido de manera lúdica, aunque no todos estaban familiarizados con apodos como La pulga, El bicho, azulgrana o colchoneros. Las clases son de 40 minutos y entre las actividades de presentación y el kahoot, el tiempo volaba.
Los alumnos normalmente se responsabilizan de las instalaciones del instituto y colocan sus propias sillas encima de los pupitres. La escuela tiene un proyecto de sostenibilidad y los alumnos que participan en él pasan por las distintas aulas para recoger la basura y para luego separarla. Los alumnos se mueven al aula donde tienen clase y se forman largas colas en los pasillos, tanto que algunos profesores bromean y dicen que hay más gente allí que en el metro de Londres. Aquí al lado un ejemplo de aula de español, decorada con banderas, carteles con las principales ciudades de Andalucía y pósteres con expresiones y verbos conjugados.
La experiencia en sí ha sido muy enriquecedora, precisamente porque era un entorno completamente distinto del nuestro y porque he podido experimentar de primera mano cómo es la enseñanza de idiomas extranjeros en un país que habla el idioma más estudiado del mundo, el inglés.
Está claro que en la etapa de la secundaria, con chavales que van a clase obligados, la motivación en el estudio de un segundo idioma es un factor a tener en cuenta y a promocionar y favorecer con entusiasmo y ganas de compartir por parte del profesorado. Otra cosa que me sorprendió fue escuchar por el megáfono, durante las clases, a la vicedirectora, contar todo tipo de informaciones y noticias relacionadas con la vida del centro.
Y finalmente, me llenó de satisfacción el ver que cuando llegaba al instituto o caminaba por los pasillos, los chicos que me habían visto en clase me saludaban siempre con un "Hola, Paola", incluso cuando se topaban conmigo en el cercano centro comercial, siempre me reconocían y me saludaban. Ya no me verán por allí, pero seguro que se acordarán de mí.
Paola, profesora de italiano